El final de la espera ((privado Damien))

Ya habían pasado casi nueve meses, nueve largos meses de espera, en los cuales se había sentido peor que un niño pequeño. Cuidado siempre por su consejero, tenía casi todo el embarazo sin haber podido ir a trabajar, no lo dejaban, así como no lo dejaban hacer muchas cosas. Aunque quizás era bueno, así no arriesgaría al bebe, solo había sido por eso que no se había atrevido a desobedecer al mayor.

Aun así, le hacía falta salir un poco, aunque fuera dentro de los dominios del clan, aquél era un lugar relativamente seguro, quizás no tanto como la mansión, pero ya necesitaba una caminata fuera, aún cuando ya su vientre estaba bastante abultado, y resultaba cansado caminar demasiado.

Había dejado una nota para Damien, estaba a la vista, colgado del cuello de un humano que estaba sentado en la entrada de la mansión, esperando. Aquella nota decía que iría a la vieja catedral.

Y justamente ahí estaba, iba llegando a aquél edificio tan representativo, accesando al interior de este. Observó todo el lugar en un vistazo, antes de sentir algo en su vientre, este se había endurecido casi completamente, y una fuerte punzada de dolor empezó a correrle a lo largo. Quejándose levemente por el dolor se acercó hasta una de las bancas, la última de la fila, recostándose de lado en ella, haciéndose ovillo. Algo le decía que ya había llegado el momento, y no quería pasarlo solo, así que solo pudo enviar a su propia sombra a buscarlo, a buscar al pelirrojo.

El crépusculo comenzaba a asomarse, el sol situado a medio camino del cielo vislumbraba el futuro anochecer, sin embargo una repentina luz atravesó las nacaradas nubes, ¿Qué había sido eso? no le tomó importncia, tal vez sólo producto de su absurda y ya atareada imaginación, después de todo el haber estado -casi- nueve meses a cargo de el clan y los asuntos -personales- laborales del azbache.

Si bien estaba a cargo de las cosas administrativas del clan y con anterioridad se hacia cargo de ello cuando el menor no estaba, en este caso no contaba con ayuda de su señor por el estado en el que se encontraba-y algo que había decidido damien era no involucar al azbache para no estresarlo- y pareciera que los vampiros de La Sombra decidieron almar revuelcas ahora que su líder estaba incapacitado por lo que el pelirrojo se vio involucrado en diversas y exaustivas misiones para poner y mantener en orden a los otros.

Cada vez que partía a una nueva misión procuraba dejarle algún detalle-como una rosa o el desayuno servido en la recámara,beso o caricia - al menor, y no le agradaba la idea de dejarle solo, menos en estos tiempos que la fecha del nacimiento estaba por yegar.

Regreso a la mansión, era bastante tarde asi que lo más seguro es que Antoine estuviera dentro recostado o durmiendo-cosa que ya le estaba siendo nula por el embrazo -, en mayor entró por el balcón de la recámara principal extrañandose de que el otro no estubiera, caminó por la casa revisando casa recondito lugar de la misma sin tener una pizca de su prescencia.

-¿Antoine?

Su voz realizó un fuerte eco inundando la mansión, se alarmó,¿No se le habrá ocurrido al menor salir en ese estado,cierto?¿CIERTO? bufeeó, agitó la cabeza y suspiró tratando de recobrar la serenidad.
Falló, justo cuando creía que no podría perder más el juicio se encontró al tonto humano sentado en la pueta con ese papel, el pelirojo tomó la hoja y la arrugó, estaba por ponerla en la boca del -pobre e inocente-humano -como si éste fuera el cofre del correo-cuando la sombra del otro acudió al auxilio.

-Ese mocoso necio¡¡¡ Por eso le dije que no saliera lejos

Corrió detrás de la sombra-se ubiera desvanecido pero estaba cansado debido a la misión de la que regresaba-para encontrar a su amado.

Su sombra se había ido, ya antes le había dicho a su esposo que si lo necesitaba enviaría únicamente a su sombra, aquello era una especie de clave para ambos, así el mayor podría saber de inmediato de que se trataba. Y si, sabía bien que de momento se alarmaría, pero, no quería estar solo durante el nacimiento.

Acariciaba su vientre, tratando de hacer que se suavizara, pero aquello era infructuoso, seguía endureciéndose a intervalos de tiempo, junto con la sensación de dolorosas contracciones que iban empezando a surgir. ¡Vaya suerte! Primera noche que decide escaparse un rato de la mansión, y justamente el bebe parece querer nacer. Y pensar que planeaba rondar un poco por ahí y volver a casa antes de que Damien sufriera un ataque de nervios.

-Nicholas… tu padre seguro estará como loco ya…-

Comentó soltando un quejido algo más fuerte, seguro que si su consejero escuchaba aquello aunque fuera desde lejos pensaría incluso lo peor. Trataba de respirar, controlando esa sensación en su vientre.

Sabía que ya se estaban acercando, la presencia de su sombra y la de el mayor ya era perceptible para ese momento.

¿Por qué tenía qu ser el día en que Damien regresara exahusto de alguna misión?¿Por qué tenía que ser el dia que Antoine saliera sin aviso y consentimiento del pelirrojo? Era un hecho que desde antes de nacer Nicholas estaba decidido -sacarle canas verdes- a agotar la paciensia y racionalismo de su padre.

-¡¡¡Diablos!!

Estaba cerca podía oler-gracias a su ino olfato-el aroma de el menor, tal vez uno o medio kilometro a la redonda, aumentó la intensidad de su prisa y trote para llegar lo más pronto posible al lado del menro, no queria dejarlo solo, además había hecho una promesa con el otro y no queria ni tenía pensado romperla

-¡¡Aguanta amor, aguanta!!

-Mggg....- Se quejo una vez más, con algo más de intensidad, los dolores solo aumentaban, y sintió algo humedo correrle por las piernas, saliendo de su cuerpo, sabía perfectamente que no era sangre, no olía como tal... no, aquello era lo que se llama "romper la fuente", si justamente era aquello.

El otro había prometido algo, y ssabía que iba a cumplirlo, ya lo sentía cerca, mientras que su sombra apresuraba el paso para adentrarse een poco tiempo dentro de la catedral, acercandose a su dueño.

Su frente empezaba a perlarse de sudor, mientras que las contracciones se iban haciendo más fuertes, mantenía apretados los labios, mordiendoselos apenas mientras trataba de hacer el menor ruido posible.

De cierta forma resultaba extraño que todo empezara en ese lugar, que Nicholas hubiera escogido nacer en la catedral justo cuando estaba solo. -Damien...-

Jadeaba, producto de la desesperación e iritación por no estar todavía a lado del menor, estaa bastante cerca podía setirlo,olerlo,saberlo.
Llegó a la catedral,por fin dió con el azbache,corrió aún más fuerte y rapido hacia el interior de el lugar,entrando de golpe pateando la puerta, mirando a todos lados hasta que en uno de ellos encontró por fin a Antoine hacia el cual corrió para robarle un beso-

?Cómo estás?amor

No hizo falta que se volteara al escuchar la puerta abrirse de golpe, no, por supuesto que no; puesto que sabía perfectamente quien era el que había hecho aquello. Suspiró de alivio un instante al saber que ya no estaba solo, ya no tendría que soportar todo aquello sin el mayor.

Volvió a entrecerrar los ojos, ahogando un quejido antes de que el otro se acercara, despues de todo lo último que deseaba era preocupar aun más a su amado vampiro. Al fin alzó la vista hacia el otro cuando sintió aquél contacto en sus labios.

-Estoy...bien...mggg...- Ahí estaba de nuevo, otra de aquellas contracciones, y a pesar de ello trataba de mantener un buen semblante, a pesar de tener la frente perlada por gotitas de sudor. -... pero... Nicholas... ya quiere nacer...-

Por segundos lo observó, miró cada detalle de su amado, en verdad no le agradaba la idea de que Antoine estuviera en ese estado,en primera el pelirrojo no sabia como actuar ante tal situación ya que era su primer vastago y segunda...estaban solos sin ayuda y en un lugar donde escaseaban accesorios para el parto.

Exploró la catedral intentando hallar algo que sirviece y asi fue, una pequeña jicariya con un poco de agua -por la cual tubo que salir a la fuente cercana- fresca, no tenía toalla, improvisó tomando del bolsillo interno de su chaqueta el pañuelo que el mismo Antoine le había regalado años atras-de algodón- remojandolo en el agua. Tenía tantas emociones dentro,ansiedad,aficiones,ezfuerzo,sorpresa, inquietud, y algunas otras que ya no podía reconocer a causa de tantos años de no presenciarlas todas. Sin previo aviso corrió hasta el y empezo a secar el sudor en con pañuelo retirandole el notorio sudor del azbache.¿Que es lo que debía hacer en ese momento?

Acarició su rostro, le tomódelicadamente entre sus brazos cargandolo para llevarlo a ese pequeño cuartillo -al parecer donde se hospedaba el antiguo sacerdote -en el cual sólo se encontraba un cama pequeña-individual con sábanas bastante viejas pero al parecer no frías-un buro y lo demás cosas inservibles para ese momento.

Se adentró y colocó a Antoine en la cama cuidando de no lastimarlo, desabotonó su chaqueta paa darle más espacio y con pulso algo descontrolado intentó desacerse de su pantalón para dejarlo semidesnudo.

- ¿Cómo te sientes ?

Para ese momento ya no podía sentir su vientre y no notarlo completamente endurecido. Aquella sensación era tremendamente terrible, no recordaba haber sentido un dolor así en mucho, mucho tiempo. De forma natural su cuerpo no sentía dolor, pero... en el estado que estaba por supuesto que podía sentirlo... podía sentirlo de una manera quizas cercana a la sensación de un mortal.

Ojala al bebe se le hubiera ocurrido nacer en otro sitio más práctico, pero no, tenía que hacerlo justo ahí. Estaba algo nervioso despues de todo, y más mientras esperaba a que el mayor volviera. Y ahí estaba ahora, secandole las gotitas de sudor de la frente. Entrecerró los ojos disfrutando el contacto antes de volver a quejarse, esta vez con un poco más de fuerza.

Tuvo que morderse el labio para no quejarse de nuevo cuando fue tomado en brazos por el mayor, y solo pudo pasarle los brazos alrededor del cuello para sostenerse. Así finalmente terminó en aquella vieja cama. Buscando acomodarse de la forma en que resultara menos insomodo lo que estaba pasando. aunque de cierta forma agradeció que el otro se quitara la ropa, dejandolo algo más cómodo. De esa forma era bastante evidente lo endurecido que tenía el vientre.

-Perfecto... ¿no te das cuenta de lo tranquilo que estoy?- Respondió con algo de sarcasmo evidente, algo que había aprendido del pelirrojo, y que salía a flote justo en ese momento en que dolía. -Mggt...- Una contracción más, sentía que iba a desfallecer a ese paso.

-Da...mien... tienes... que sacarlo...-

Ok, Ese sarcasmo no le había agradado del todo, pero bueno era Antoine¿Qué no podía esperarse del azbache?, sin respondera la primera indicación de ironía se acercó para palpar el ya endurecido y ahora bajo vientre de el menor, en verdad que los nervios se apoderaban cada vez más de el pelirrojo, y no por el hecho de no saber que hacer para atenderlo, sino por la senación -por primera vez- de errar y lastimalo o no hacerlo bien y terminar por empeorar la situación -cosa que era bastante extraña en el ya que su ego y seguridad así como confianza en sí mismo era aún mayor que el más alto de los rascacielos-

-¡¡¿Qué?!!! Estás lo....

cuando escuchó la segunda orden se alzó con fuerza-estaba buscando algunos trapos que le ayudaran a limpiar el lugar-golpeandose en la coronilla de la cabeza con la esquina del buro.

-¡Aúch! ....¿Estás loco?

En verdad estaba safandosele un tornillo? En su larga existencia había hecho miles de cosas y de todo tipo pero...¿traer a un bebé al mundo? ¿Quién creía Antoine que era Damien? ¿Una clase de todopoderoso?
Se acercó al otro sobandose el recién hecho golpe y le miró con tono extravagante

Podía notar al pelirrojo nervioso, bueno, al menos no era el único en aquél estado, a decir verdad, tenía un poco de miedo quizas, desde que estaba esperando al bebé su cuerpo era más parecido al de los vivos, y le tomaba un poco más de tiempo sanar sus heridas. En realidad era por ese detalle, que había decidido obedecer a Damien y quedarse en la mansión, claro, excepto esa noche.

- Aggg...- Bien, ya estaba jadeando por el esfuerzo y el dolor, y eso que apenas había comenzado.

De cierta forma ya se esperaba una reacción así viniendo del pelirrojo, si, y no es que fuera predecible, solamente lo conocía bastante bien, y estaba completamente consciente de que reaccionaría sobresaltandose. Por supuesto que jamás espero que fuera a golpearse con el buró. Ante eso no puydo reprimir una pequeña risa por lo bajo, puesto que no todos loa días era posible ver a su consejero golpeandose con algo.

Sin embargo, aquello le duró muy poco, pues una nueva contracción lo hizo cerrar los ojos con fuerza un instante. Cuando pasó un poco volvió a mirar al pelirrojo. Y si, tenían que sacarlo, despues de todo, ¿por donde podría salir?... la única ruta de salida no era la mejor. - No... estoy loco... hay que sacar a Nicholas... y yo no puedo hacerlo... y si intentamos sacarlo con sombras lo mataríamos...- Su respiración estaba agitada, así que aunque lo intentara las frases eran algo entrecortadas.

Estiró el brazo, buscando la mano del pelirrojo para estrecharla y acercarlo un poco.

Sabía que Antoine no era presisamente un "niño" obediente y que no era del todo consiente del hecho que a veces corría más peligro del que podía creer, en ocasiones-repetidas- el pelirrojo se comportaba de forma sobreprotectora, paternal y testaruda con el azbache-algunas por gusto y otras no tanto- pero en realidad lo hacía por que Damien no le agradaba la idea de que el otro se lastimara demasiado o sufriera daños más alla de los que su cuerpo podía soportar.

Su líder no era débil,no, sin embargo esa lenta habilidad de recuperación era lo que forzaba -o al menos eso parecía- a el ojiverde a regañar o cuidar exasperadamente a su amado y más que ahora Hirst estaba a cargo de no sólo uno, si no dos "personas" a quien amar y defender. Por eso mismo le habia obligado a el azbache quedarse en la mansión y no exponerse a riesgos, pero bueno, era...Antoine ¿Qué más podía esperar de su necio, terco, obstinado -y amado- vampiro?

Se sorprendíó,sí, bueno no es como si no pudiera tener ese tipo de reacciones-al menos no con los demás,ya que con Antoine era más abierto y sincero en su comportamiento-pero es que en verdad que la sola idea de tener que ser el mismo quien expusiera a un peligro a su pareja era algo que no le agradaba demasiado.
Cuando Mariard rió por lo bajo al fijarse en el otro, Damien tubo un pequeño deseo de tomar algún cojín y estrellarlo en el rostro de el menor como lo hacía en ocasiones -los juegos entre ambos eran pesados pero entretenidos para el pelirrojo,ya que los dos tendían a mostrar conductas extrañas y a veces infantiles- pero con solo ver el dolor reflejado en el rostro ajeno le hizo comprender que su castigo ya se le había sido aplicado.

Suspiró, miró al suelo y quedó meditando por algunos segundos en la espera de una idea,pensamiento o señal que le pudiera indicar si debía o no participar en lo que Antoine le pedía, tal vez hubiera llegado-tarde,pero llegaba- o al menos eso quizo creer, pero la voz de el azbache le hizo regresr de nuevo a la realidad, sin poder aceptar o estar acuerdo del todo con lo que el otro quería, cedió.

-......- Suspiró una vez más hondo y fuerte y caminó, acercandose, hasta tomar aquella pequeña y fina mano entrelazando sus dedos con los ajenos sentandose a lado del otro- Bien, dime .....que debo hacer.

Le gustara o no Antoine tenía razón, y bueno, tenía que verlo por ese sentido...Si no ayudaba Mariard y su vastago estarían aún más en peligro que si dejaba que todo siguiese su curso.
Ahora tenía que estr más que concentrado en ambos y en cierta parte el hecho e participar en el parto o llegada de Nicholas era algo que le producía más felicidad la cual usaría para ezforzarse y realizar todo con valor y empeño. Lo haría por los tres ya que sabía que estaba en la gloria a comparación de Anto y si podía ayudar en algo para saciar,desvanecer o disminuir el dolor del otro, entonces tenía, y debía de hacerlo.

Trataba de no dejar su mente divagar, si eso pasaba podría ser contraproducente, tenía que mantenerse concentrado en lo que sucedía, a pesar de lo doloroso que aquello resultaba para su persona, respiraba agitado, conteniéndose para no gemir del dolor que le causaban aquellas contracciones, sentía como si algo en su interior se desgarrara. Veía al otro meditar, y seguía con al brazo extendido hacia el otro, esperando por aquella mano, necesitaba sentir algo de que sujetarse, para creer que aquello estaba pasando y no era una dolorosa pesadilla.

Finalmente soltó un suspiro de alivio al entrelazar sus dedos con la mano del mayor, observándolo, apretando su mano con fuerza al instante de que se le escapaba un nuevo quejido de dolor.



-Debes… hacer un corte en mi vientre… para llegar hasta el bebé… -Bien, si, podía sonar algo descabellado que alguien que tardaba en sanar sus heridas pidiera una profunda incisión para sacar al bebé, pero era la única opción viable para todos. -Despues… debes sacar a Nicholas… y cortar el cordon umblilical… mientras atiendes a nuestro hijo… lo limpias y lo cubres… yo cerraré el corte…-


Miró al pelirrojo con seriedad para que comprendiera que era necesario, y que necesitaba que lo hiciera… que todo estaría bien; que confiara en él.

Un frío corriendo desesperado por su espalda y columna, una subdita respiración que amenazaba con aumentar la velocidad, un sensación de tomar alguna cosa cercana y tirar de ella.... ¿Eso era a lo que los humanos llamaban nerviosismo? . No lo sabía, más bien no lo recodaba.

Sí había algo que en ese momento estaba empezando a regresar eran aquellos sentimientos y reconditas sensaciones que había sentido uando era uno de ellos, de esos seres egoístas y tontos que el apodaba como "comida".

Bien, bueno, al menos debía agradecer-o eso quería creer- al hecho de permanecer a lado de el viejo Albus(un la sombra famoso por ser un médico incomparable) durante tanto tiempo ya que gracias a el conocia los puntos débiles de cada raza así como su curación, además de aprender cosas básicas de la medicina.

-tous les jours faire les choses les plus folles.

Negó con la cabeza suavmente y se preparó, dspués e todo o lo hacia ahí o lo hacía....ahí. Ya tendría oportunidad de reprocharle y recriminarle cuando todo esto pasara.

-Quoi que vous disiez.

Aprovechó la jicara de agua para poder lavarse las manos retirando la suciedad de ellas, miró rapidamente a el menor y suspiró, por primera ves en esa nueva y larga vida deseaba que pudiera hacer todo correcto.
Caminó con las sábanas limpias y un pañuelo húmedo el cual colocó sobre los ojos del otro, no quería que su mirada suplicante y terriblemente fragil le hiciera perder la consiencia. Una vez más suspiró con fuerza y clavó los ojos al frente fijandolos en el vientre abultado de el azbache.

Extendió su brazo y le agitó con rapidez haciendo que una pequeña y afilada dava apareciera en la palma de su mano, permaneció inmóvil durante unos segundos y colocó la mano izquierda en el vientre de Antoine paa poder sentir a ese pequeño, sin perder tiempo rasgó la nívea piel creando una apertura dandole acceso libre a sus manos las cuales se adentraron al interior en la busqueda de aquel pequeño ser. Ahora solo tenía un deseo en mente...

Ayudar a aquellos que tanto estimaba,su esposo y su hijo

Sabía prerfectamente que Damien podía hacerlo, y no se tarataba solamente de confianza ciega, no, conocía las habilidades que poseía el pelirrojo, las conocía desde que el consejo lo había hecho tomarlo por consejero. Y aún cuando en su momento la idea le desagradó... antes de conocerlo; bueno, ahora era en quien confiaba de forma ciega, alguien a quien, confiaba su vida en este momento tanto como en otros; pero sobre todo, le confiaba la vida de su hijo, del vástago de ambos.

Al ver que el otro se preparaba se sentía más tranquilo, eso le había quitado un gran peso de encima, aún cuando las contracciones seguían, se sentía más relajado... por lo que logró regalarle una sonrisa al pelirrojo cuando este lo miró, sabía que estaba preocupado, y quizas nervioso... y por eso mismo sabía que lo haría bien.

-Respire ... qui vous sera parfaitement- Le dijo con tono calmado al tener los ojos cubiertos, ante lo cual trató de calmarse para no alterar al otro. Sin embargo no pudo evitar soltar un pequeño gemido al sentir algo afilado perforar su piel, rasgandola... por culpa del embarazo su sensibilidad había crecido, entonces aquello resultaba doloroso en un nivel en que no conocía en mucho tiempo, pero, no se quejaría, no, quería que todo saliera bien, por el bebé.

Sabía que Antoine estaba más sencible estos últimos meses debido a su embarazo- o al menos lo notó cada vez que hacían el amor durante ese lapso de tiempo- y no sería facil cortarle estando consiente de ello, pero debía seguir, debía hacerlo.

-Oui, maître.

Mantubo la conciensia limpia y desapartada de su mundo por unos segundos -los cuales fueron los más difciles para el, más de los que había creído llegar a tener en su vida-su mano se adentró en el azbache tocando las paredes de útero tomando al pequeño, sin embargo al parecer el bebé no estaba del todo deacuerdo en salir tan pronto y se movió por lo que Damien tubo que hacer lo mismo con sus manos removiendo algunos órganos -lo cual tal vez produjer un dolor indescriptible en Antoine- que estorbaban en su misión.

-¡¡Vamos NIcholas déjame sacarte de ahí!!....

Valla, su hijo aún era pequeño y ya empezaba a revelarse en contra de su padre, esto si que sería algo increíble...