Una nueva forma de aprender

Cautivador,sumamente cautivador, ¿alguna otra cualidad podrá resaltar de el?Sí, bastantes. Un simple susurro bastaría para desearle más, ese fuerte desprendiemiento de ferocidad y diplomacia con la que realizaba cada una de sus acciones y movimientos, ese rostro frío y tranquilo que ahora reflejaba una impavidez y sumisión combinada con deseo y pasión, todas aquelllas cosas lograban recrear una sensación de frustación y complicidad en el pelirrojo.

-¿Sí, mi señor?-

Contestó al escuchar su nombre ser pronunciado por esa voz suave y fina, algo tan simple que creaba un efecto motivador en el ojiverde,al mirarlo recrear aquella escena ligeramente discreta que ocultaba un oscuro objetivo Damien sonrió maliciosamente.¿Cómo evadir aquella muestra y orden que estaba siendo indicada tan directamente? Sin dudarlo un momento ascendió sus labios con lentitud, acercó su rstro al ajeno,colocó sus labios junto a los otros, paseandolos de un lado a otro rozandolos una y otra vez con suavidad sin tocarlos completamente percatandose de dulce aroma natural fusionado con el licor dandose tiempo de dejar al otro insistir y aún mas el desesperarse por obtener aquel beso.

Sonrió levemente al ver al otro subir, quería sentirlo cerca, su cuerpo, su peso sobre el propio, por eso tambien había pedido aquél beso... y es que además, tenían aquellos labios un embrujante poder de atracción hacia él.

Esa actitud sarcástica y a la vez amable, palabras ácidas pero al mismo tiempo tacto dulce... era demasiado extraño, si, pero justamente esos contrastes, e incluso contradicciones en su manera de ser era lo que lo atraía de aquella forma.

Sentía los rozes sobre sus labios, y buscaba aumentar el contacto a cada movimiento, cazando aquellos dulces e invitantes labios. Con sus manos empezó a acariciar los bien formados brazos del otro, recorriendolos mientras seguía a la caza... ya empezando a desesperarse.

Mientras mantenía esa forma de juego pudo percibir las palmas de el azbace en sus brazos, esos largos y niveos dedos rozar por encima de la ropa, un tacto sutilmente estremecedor, acercó su rostro aún más, movió su cadera restregandose contra el otro, ejerciendo presión contra la cadera ajena.

Antes de unir sus labios con los contrarios los untó con un poco del licor y los lamió para deslizar su lengua repentina y rapidamente entre los labios del menor abriendolos,llevando su sabor (que se mantenia en la punta) a la cavidad ajena, compartiendo el dulce extasis de entrelazar y combinar diversas sensaciones y emociones

Un jadeo discreto se le escapó al sentir aquella presión ejercida sobre su cuerpo, la cadera ajena contra la propia, los labios, esos brazos, tan perfectos como su dueño. ¿Como podía hacer eso? no conocía la respuesta.

Sintió el sabor del licor en sus labios, percibiendo su perfume un instante antes de mirar con deseo al menor, un deseo más sùtil, pero no por eso menor. Al sentir esa lengua adentrarse en su boca, no pudo evitar entrelazar la propia, en un contacto lleno de pasion, por lo cual era bueno que no pudieran morir por falta de aliento. Una de sus manos subió hacia la espalda ajena, pasando a la nuca, entrelazando los dedos en algunos mechones sin separarse.

Sangre que hervía con fuerza, una patente necesidad por mantener sus labios unísonos a los del azbache, le había bastado con tocarlos una sola vez para volver a desearlos cosntantemente, una droga incontrolable y irresistible, fastidiosamente embriagadora. sus orbes esmeralda tintineaban en un color miel, tan acalladamente libres de inocencia e inundados en una abrumadora sed de hambre sexual.

Ladeó su rostro, acomodó su cadera recargandola en el vientre de el otro, sus palmas viajaban con frecuencia en los costados de esa silueta, su boca se entreabria y meneaba chasquenadose simultaneamente contra esos labios carnosos de suave proceder sólo para conservar un tibio y húmedo contacto satisfaciendo la necesidad de obtener esa otra boca, sus palmas se entretenían gustosas en la cintura del menor la cual fue levemente marcada con rasguños tan delicados-de lo contrario arriesgaba parte de su vida al ser severamente reprendido si anto se daba cuenta- que sólo pareciesen delgados hilos rojizos que pronto se tornarían pálidos fusionandose con la tersa piel.

Su lengua se contoneaba con una suma agilidad dentro de la cavidad ajena, no tenía problemas para enfrentar a la lengua contraria, podía con ella facilmente había aprendido a tocarla y acariciarla con una facilidad que con el tiempo se convirtió en costumbre.

Tenía dos puntos en su contra, realmente, era así. Primero el otro había conseguido conocer perfectamente todo su cuerpo... sus zonas sensibles, la mejor manera de estimularlos y como hacerlo delirar literalmente. Era una especie de poder mágico que solo podía tener su pareja, porque conocía sus puntos débiles, y los que eran aún más débiles que esos.

Por otra parte, había una muy buena razón para jamás haberse dejado tomar, y era su fertilidad, no quería terminar cargando una criatura por un acostón... y eso tambien le estaba afectando, llevaba un poar de semanas que estaba más sensible, y sabía lo que eso significaba... así que, quizas esta fuera la segunda oportunidad de ambos.


Se separó de los labios ajenos unos intantes para mirarlo, separando un poco más los labios, y abrazando al contrario con estas mismas, en actitud de entrega y sumision.

¿Ventajas? Sólo una. durante el tiempo que había estado bajo custidia del azbache no solo se dedicó a servirle y obedecer sus ordenes, sino a mirarlo, observarlo, conocerlo, las escasas veces que su sombra servidora --larng-- había a "mirado" Antoine "desenvolverse" por indicaciones del pelirrojo aprendió lo suficiente para saber que hacer y como hacerlo.

Sencibilidad a flote,una cualidad del otro que en verdad amaba y disfrutaba, ya que el pelirrojo disfrutaba ver al menor,retorcerce, gesticular r y gemir. Mmirar a el otro de esa forma le complacía, adoraba,exitaba y más. Sin pesanrlo detenidamente arremetió contraa el saco tirandolo,aventandolo,dejando a el menor a medio vestir.

Cuando su pecho quei libre avalanzó su rostro al mismo mordisqueandolo, lamiendolo, besandolo, sin dejar un centimetro libre.

Definitivamente había algo... casi sentía como si l pelirrojo lo hubiese estado observando y por eso conociera sus debilidades... o que era alguna clase de telèpata. No podía explicarlo... realmente no podía.

Sólo había algo seguro para él, que sin interesar como era que lo sabía, lo hacía... y... ahora que lo tenía a su lado no permitiría que nada se lo arrebatara. Por eso cuando estaban en la intimidad se aferraba a su cuerpo, trataba de tenerlo cerca siempre... y cuando nadie los veía lo abrazaba o besaba furtivamente.

Su ropa era la que siempre sufría los estragos, primero los botnoes de la camisa... ahora el saco, estaba mediovestido, medio desnudo... y estaba consciente de que nadie entraría y que sería tomado como tantas veces, ahí, en la cava... en la mesa del someliere, bañado en vino.

Llevó la mano a los cabellos del otro mientras este atacaba su piel, haciendolo estremecerse, y que se le erizara la piel violentamente. Jugaba con sus cabellos, entrelazando sus dedos con estos.

Adoraba esa terrible sensación de insaicedad o posesión que el azbache tenía cuando estaba en la intimidad, en cierta forma lograba incitarlo. Una actitud desesperantemente provocativa por parte del menor, como un pequeño que sabe que su dulce que tanto gusta está en peligro y hace todo con tal de obtenerlo ya que no puede ser tomado por nadie mas

Lo observó con ese tono lacivo y lujurioso, un tono que no podía obtener si no estab el cerca, esos largos y delicados dedos que jugaban sin cesar en su cabello lograban obtener una terrible y constante ormigueo en su cabeza, nuca y espalda, sucumbiendoen su cadera, en cierta forma se arremolinaba en su costado y viajaba con rpaidez hasta su vientre.

-Mi...señor

Dijo con voz aterciopeleada mientras sus labios continuaban aferrados a la piel del otro, estaba bastante exitado.¿Cómo podía hacerlo tan solo con sutiles e inofensivos roces? Su cuerpo y boca desendia al ritmo de su paciensia, con rapidez,hasta detenerse en el abdomen de Antoine, su lengua se entretubo por escasos segundos dentro del ombligo del otro, su pecho se encontraba justo entre las piernas de el menor, recargado en la entrepierna que ya empezaba a dar indicios de responder a los estimulos y atenciones por parte de el ojiverde. Su mano "resbalo" desde el costasdo hasta sus muslos acariciandolos apenas con la yema de los dedos, su boca prosiguió logrando tocar su vientre en cortos y fugaces besos, sin embargo cuando llegó a la entrepierna de Antoine la duración fue diferente,besos más prolongados, más evidentes y precisos, aún cuando la tela del pantalón era gruesa se podía percibir a la perfección aquellos "sutiles" gestos.

No podía evitar reaccionar ante el otro, ante su cercania, sus atenciones, todo lo que el pelirrojo hacía con su persona... no solo era capaz de hacerle sentir cosas inusuales... sino que, hacía aflorar actitudes y comportamientos que ante nadie más mostraba bajo ninguna circunstancia.

Tales eran las cosas que los unían, eso sin contar con aquel pacto de sangre que ya habían forjado, pues ya había bebido del mayor un par de veces, lo que los vinculaba de igual manera.

Aquella voz con aquel tono que le hacía reaccionar y estremecerse se dejo escuchar en sus oidos antes de hacerlo aqruearse levemente mientras los besos bajaban velozmente por su piel, haciendole hormiguear... pequeños torrentes electricos viajando por su piel, por su espalda, su vientre... acumulandose impetuosamente en su entrepierna, la cual iba despertando ante cada carica, cada roze "accidental" cada uno de aquellos lentos besos que el otro le daba.

Perdiendo la paciencisa un par de sus sombras se materializaron, empezando a desvestir al pelirrojo, quitandole la camisa, desabotonandola con el mismo cuidado que su amo lo haría, y despojando al pelirrojo de esa prenda con facilidad.

El temblaba de desesperación y de confusas,exitantes emociones,-aunque lo disimulaba con vivídez- toda su piel se llenó de sensaciones, le contemplaba con gusto y placer, su tierno cuerpo recostado en aquella mesa , libre y abierto a las caricias del pelirrojo, una escena tan llena de lujuria y sensualidad que cada vez que Damien le miraba sólo lograba satisfacer su nítido ego sexual.

Su nariz se acercó frotandose insistentemente llenadose de ese fuerte, cálido,penetrante y embriagante aroma del azbache. De´jo que aquellas sombras cumplieran con su trabajo,un gesto amable por parte del menor que se adelantara a lo que ya tenía previsto. Sonrió complacido y de forma poco sutil pero si cuidadosa arrancó el pantalón de seda, dejando a el otro en ropa interior.

Su lengua recorría gustosa l entrepierna a lo largo y ancho, para después lograr tomar entre dientes la ropa tirando de ella, roando la piel de ese delicioso y frondoso pubis con sus labios, caricias plenas, derroches se fundian en cada beso y roce que tenía con la piel y cuerpo del menor.

¿Cómo resistirse a los embates de un cuerpo tan bello, una personalidad tan cautivante y un ser al que amaba con toda su alma... o lo más cercano a eso, puesto que ambos son no-muertos. Sin embargo, lo que aún conservaba de humanidad, aquél corazón humano que se hallab oculto en los reconditos lugares de su oscura alma estaba cautiva, siendo propiedad del pelirrojo... eso hacía que simplemente se dejase hacer lo que fuera, que en caso de que el otro quisiera hacerlo macilla en sus manos no opondría ninguna clase de resistencia.

Un escalofrio le corrió por la columna al sentir el pantalón ser arrancado de su cuerpo, y aquellos besos que el otro le proporcionaba... su entrepierna ya estaba despierta, bastante... y todos aquellos insinuantes rozes de los carnosos labios de su consejero le hacían casi delirar.

Hambre, Instinto carnal, deseo natural, tal vez sólo una necesidad de liberar esa sensación de adrenalina...Esas podrían ser las definciones cernanas a lo que podía sentir cuando tenía aquel majestuoso cuerpo que parecía haber sido pulido y tallado por los mismos dioses. Cintura delineada, vientre perfecto, piernas lisas y largas, piel tersa y completamente suave que apesar de tener una fría temperatura no perdía su encanto.

Podía sentirle, tener esa seguridad de poder crear incertidumbre, confusión, duda y ambición, ¿Por qué no usar ese "don" con aquel ser que arrebatara de forma total su atención y mente. Sin previo aviso dió nuevamnte una caricia en el ya despertado miembro del azbache, aún sobre la ropa soltño una mordida y deslizó sus dedos bajo la ropa interior empezando a frotar la entrepierna con sus yemas a lo largo del miembro, desde la base hasta la punta, mientras sus labios recorrían su piel atrapando esos duros, erectos y pronunciados pezones.

Ante cada nuevo roze, cada nuevo beso, cada nuevo contacto su interior se estremecia un poco más; era como ser una de las cuerdas de su violín, sonando al ser tocada. ¿Cómo podía ser capaz el mayor de tenerlo de esa manera, de acorralarlo tan magistralmente? Mientras más tiempo pasaba con el pelirrojo más lejos estaba de su respuesta; simplemente no podía razonar en momentos así, la verdd es que al inicio le incomodaba quedar siempre sometido a la voluntad del otro... pero cada vez tenía menos fuerzas para resistirse y de cierta forma ya se había acoplado tantop a esas acciones que no podía evitar disfrutarlo ya.

-Ahhh...- Un ronco y muy bajo gemido se le escapó, mientras sentía esos labios frios recorrerle la piel, atrapar sin clemencia sus pezones, los cuales solo se endurecían más ante aquello.... y aquella caricia en la entrepierna, ya directamente en la piel solo conseguían erizarle la piel tremendamente, e instintivamente alzar un poco la cadera buscando un mayor contacto. Sus brazos fueron a rodear al otro, no sinn antes haber humedecido su dedo índice con algo de vino, para recorrer y perfilar la columna de su conejero.

Cada vez que ambos quedaba a merced el uno del otro, el pelirrojo se las congeniaba para poder asumir su papel de "domador" y si bien no fue nada facil al inicio -debido al carater de Antoine- con el tiempo poco a poco encontró puntos debiles en la defensa del menor lo que ayudo en terminar de colocar a el azbache entre sus trampas.

Si de algo podía estar consiente Antonie era que Damien gozaba de "originalidad" en cada uno de sus encuntros siempre hallaba una forma diversa de poder tomar a el otro. El mayor alzó el rostro observando a su alrededor algún "objeto" que le ayudase a mejorar el momento. !Ajá¡ Sin perder tiempo logró atrapar con su sombra un pequeño recipiente que guardaba en si lo que al parecer eran restos de chocolate -tendría que darle las gracias al sujeto que olvidara retirarlo-lo atrajó hacia ambos hasta tenerlo entre sus manos.

-Hora del postre ¿cierto?

Se relamió los labios, sus puplias lograron obtener un brillo más pronunciado osilado entre el ámbar y el dorado un color sumamente atractivo, inclinó el recipiente dejando que su contenido callera por toda la nívea y tersa piel -ayudandose con sus dedos para esparcir aún más el dulce- convirtiendo al azbache en un premio suculento-tomando en cuenta la afición de Thompson por lo azucarado-. Los rosados pezones adquirian un tono más fuerte haciendolos ver como pequeñas fresas que adornaban y engalanaban ese delicioso y rico pastel, un dato que el ojiverde no dejaria pasar.

-Servido -lamió sus yemas para retomar el chocolate que estaba en ellas -Provecho- inclinó su rostro para empezar a recojer con su lengua d forma serena, pasiva y lenta todo rastro de chocolate que quedara en el menor.

Sabía que el menor siempre terminaba obteniendo algún detalle nuevo que agregar a sus encuentros, en realidad pensaba que sólo era cuestión de tiempo antes de que llegará a la habitación con algún juguete extraño o a querer usar su látigo. Alguna vez se lo comentó en son de broma, aunque de verdad pensaba que terminaría pasando... y lo más extraño es que la idea no lo molestaba tanto... y no lo molestaba tanto, porque sabía prefectamente que no podía negarle CASI ningún capricho al pelirrojo.

Miró de reojo a la sombra de Damien que se acercaba con un recipiente... y lo siguió con atención, hasta darse cuenta por las palabras del otro que era comestible. Est-ce que le dessert?- Le bastó una mirada al otro parea saberlo, por sus expresiones, y aquellos ojos que tomaban un tono más atrayente, hipnotizante quizas. Sintió aquél chocolate correr sobre su piel, y como era esparcido.

La respuesta natural fue una incitadora sonrisa acompañada de que sus ojos se vieran más negros, más profundos aún. Mientras el otro iba lamiendo su pecho, su mano no pudo evitar perderse en lor rojizos cabellos del mayor, acariciando su cabellera, incitandolo a continuar, dejandose a la voluntad del otro.

Amaba la forma en que el azbache respondía a tan simples y sutiles atenciones,por eso disfrutaba cada encuentro,sin perder más tiempo llevó sus dedos-que aún tenían un poco de el dulce- al miembro de Antoine embarrando aquella dura y exitante erección logrando una fricción con cada roce de su dedos estimulando desde la base a la punta.

Los labios del pelirrojo ascendieron hasta rozar la yugular del menor, rozando con sus colmillos aquella deliciosa y deseable garganta, clavandolos con escasa fuerza -sin hacerlo sangrar solo haciendo presión con la punta de los mismos- en esa nívea piel una sensación abrumadora.

Estaba habituado a cosas como aquellas, pues el pelirrojo siempre utilizaba cualquier elemento a su alcance para hacer único cada momento de intimidad que tenían, al menos en las ocasiones en que podían hacerlo, ya que con los deberes de ambos a veces no coincidían tanto tiempo como ambos desearían, y siempre terminaban aprovechando al máximo cada segundo. En parte era aquello lo que hacía que su usual apariencia de tranquilidad se viera anulada con unas cuantas caricias del mayor, quien además de todo ya había aprendido demasiado bien cada uno, y hasta el último de sus puntos sensibles, de sus puntos débiles.
Sintió la textura del chocolate líquido, humedeciendo su virilidad, y miró al mayor, jadeando de a poco por esos recorridos en su piel, sentía los dedos contrarios resbalar sobre su entrepierna que seguramente estaría teñida de oscuro.

-Ahh… Damien…-

Tembló ligeramente estremeciéndose cuando los colmillos del pelirrojo rozaron su cuello y se clavaron en la piel; Damien jamás había bebido de su cuello, y eso fue exactamente lo que pensó pasaría, al menos por unos instantes.
Le pasó los brazos alrededor del cuello, evitando que fuera a separarse, empezando a mover la cadera, elevándola apenas, buscando provocar al otro, ya estaba ansioso por recibirlo, sin importar la manera en que este quisiera hacerlo, además, de que empezaba a soltar algunos roncos gemidos por las caricias en su miembro.

Aquella forma de gemir hacia lucir al menor de una forma irrecistiblemente deseable¿Como hacia para lograr verse tan varonil y fragil a la vez tan sólo con unos cuantos movimientos llenos de sumisión y tonos insinuantes?No tenía respuesta para ello.

Con una lenta y marcada tolerancia-aún a pesar de consumirse en el deseo de poseerlo- paseó sus dedos a lo largo de la base de ese miembro, hasta terminar por decorarlo con ese dulce líquido.

Esos bellos,torneados y anhelados brazos que le rodeaban con una fuerza impresionante aumentaba la sensación de lacividad y perversión que se hallaba en el pelirojo, sin previo aviso desvaneció su cuerpo para reaparecer entre las piernas de Antonie sólo que éste vez unicamente era la cabeza de Damien la que se situaba entre sus muslos los cuales recorrió gustoso y placentero con su lengua para después centrar su absoluta y completa atención en la virilidad que atendió con largas,lentas,provocativas y sofocantes lamidas.

Sabía bien que al otro le gustaba “torturarlo”, hacerlo desesperar, estar completamente necesitado en el momento de ser tomado, algo que bien podía haber estado buscando un largo rato antes. Eso era algo que le generaba sentimientos encontrados, por una parte se sentía demasiado bien que el otro le hiciera aquello, en el fondo, y aunque jamás lo diría, le fascinaba aquello; aunque por otra parte, odiaba que el otro se divirtiera tanto torturándolo, haciéndolo desfallecer de placer primero antes de darle algo más.

De cierta forma, muy en el fondo sabía perfectamente que no serviría de mucho sujetar al pelirrojo de aquella manera, cuando este se podría desvanecer en cuanto lo deseara, pero quizás de forma un poco ingenua esperaba que esta vez no lo hiciera. Y definitivamente no tenía tanta suerte, pues más tardo en darse cuenta de que sus brazos no rodeaban ningún cuerpo cuando el mayor se había materializado nuevamente entre sus piernas, y tuvo que morderse el labio inferior al sentirlo empezar a correr por sus muslos hacia su entrepierna. A ese paso terminaría siendo llevado al éxtasis al menos una vez antes de poder ser tomado como debe hacerse.
Simplemente ahogaba sus gemidos, llevándose la mano a los labios, mordiéndola, intentando evitar, inútilmente, levantar la cadera ante aquellas excitantes y gratificantes lamidas.

Definitivamente debía agradecer al hecho de tener una indiscutible habilidad de poder hacer que Antonie recitara con su voz una sólida y hermosa canción confrmada por exitantes y angelicales gemidos, Un deleite para Damien,el cual estaba más que entretenido recorriendo aquella virilidad con su lengua, aumentando en cada minuto la velocidad con la que tomaba ese delicado y delicioso elixir rastro de exitación.

Con una enmarcada y transparente sonrisa desvaneció aquel miembro de el azbache uniendolo en el interior de su boca para jugar con el antes de poder saturarlo de caricias y atenciones explorantes los cuales expresaban con furor lo que el ojiverde sentía es ese momento.

-mmng~~

La lengua de el mayor se enroscaba entretenida cual vil serpiente desesperada en busqueda de una incontenible victoria por terminar asfixiando a su victima. Antes de que Antoine pudiera terminar su orquesta, el otro empezó un baiben con su boca deslizando la erección de el menor una y otra vez en incontadas repeticiones dentro de su boca para darle aun más placer.

Era increible que el otro tuviese tal poder obre su persona, sobre sus reacciones, sobre sus sensaciones, puesto que, conocía perfectamente su cuerpo, y como estimularlo. Y no podía negar lo gratificante que resultaba aquello; aunque, de cierta forma extrañaba un poco el ser la parte dominante en ese sentido... pues no podía siquiera intentarlo con Damien, eso era algo incomodo de vez en cuando... sobre todo al inicio cuando quedaba adolorido.

Pero, ya no era ese el caso, aunque... ahora se sentía como una presa que caía indiscutiblemente en las garras del cazador, quedando entregado por completo a los deseos del otro, rendido ante sus caricias.

Sencillamente tuvo que apartar la mano de sus labios, pues era inutil ya, no podía acallar sus gemidos de placer. Era demasiado, demasiado el placer que el otro le otrogaba, lo que aquella lengua creaba, era como una serpiente de fuego que le quemaba y hacía subir más y más su temperatura, aquellos labios provocaban un intenso hormigueo que se arremolinaba en su vientre, dispersandose en una sensacion de desprenderse de su cuerpo, de sentir todos sus sentidos turbados completamente, la vista nublada.

Apenas pudo abrir los ojos completamente, en su expresión se notaba todo lo que invadía su cuerpo antes de arquearse bastante, soltando un profundo y largo gemido al tiempo que empezaba a correrse dentro de la boca de su consejero, y su cuerpo temblaba del placer.